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No sabemos comunicar

En muchas organizaciones, la comunicación no fluye: tropieza, se diluye o simplemente no conecta. Y no porque falten palabras, sino porque sobran interpretaciones. ¿Por qué? Porque no hablamos todos el mismo idioma. En una misma empresa coexisten distintos niveles de lenguaje según el rol o el rango jerárquico, y eso suele generar más ruido que claridad.


En los equipos operativos predomina un lenguaje directo, concreto, de instrucciones y acciones inmediatas. En la línea media, la comunicación se vuelve más contextual, con términos algo más abstractos o estratégicos. Y en los espacios directivos, el lenguaje puede adquirir un nivel de abstracción aún mayor, lleno de proyecciones, conceptos macro y expresiones ambiguas si no se bajan a tierra.


El resultado es una cadena de mensajes que, a medida que desciende o asciende en la jerarquía, pierde nitidez. La intención se tergiversa. Las decisiones se malinterpretan. Las acciones no se alinean. El famoso "ya lo habíamos dicho" o el “eso no fue lo que entendí” se vuelve moneda corriente.



Por eso, una buena comunicación organizacional no es solo una cuestión de hablar, sino de diseñar el espacio para que hablar tenga sentido, conexión y coherencia.

Acá van tres claves prácticas para mejorar la comunicación en equipos y evitar estos desajustes:


🔹 1. Establecer un marco claro para cada reuniónNo se trata solo de agendar un horario y conectarse. Una buena reunión empieza antes de la primera palabra: el contexto importa. ¿Dónde nos encontramos? ¿Qué dinámica usaremos? ¿Queremos cámaras prendidas? ¿Celulares fuera de la mesa? ¿Computadoras cerradas? ¿Cuál es la expectativa de esta reunión? Un marco explícito baja tensiones y ordena el diálogo.


🔹 2. Chequear el lenguaje y el significadoLo que se dice no siempre es lo que se entiende. Asegurarse de que el mensaje haya sido correctamente interpretado es una práctica fundamental. Hacer preguntas como “¿cómo lo estás entendiendo?”, “¿a qué te suena esto?” o “¿cómo lo traducís a tu tarea diaria?” puede evitar muchos malentendidos y pérdidas de tiempo.


🔹 3. Nombrar los niveles de lenguaje (y alinearlos)Este tip no es tan común, pero es poderoso: hablar sobre cómo estamos hablando. Reconocer si estamos en un nivel muy abstracto y necesitamos bajarlo a acciones concretas, o si estamos demasiado en la operación y necesitamos elevar la mirada. Alinear estos niveles y nombrarlos explícitamente (por ejemplo: “esto lo digo en términos estratégicos, pero veamos cómo se traduce en la tarea diaria”) es una herramienta clave para evitar confusión y mejorar la coordinación.


En resumen: no alcanza con hablar bien, ni con tener buenas ideas. En una organización, comunicar requiere diseño, consciencia y responsabilidad. Porque cuando no sabemos comunicar, sabemos confundir.

 
 
 

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